TE EXTRAÑO
tácitamente, dentro del puño que sangra
latidos de sentires que no se han de escapar
nunca de las latitudes sensibles.
No existe olvido en el dolor.
Urgen neuronas frágiles, emancipando su debilidad
con pensamientos audaces
que les roban al sueño de un dios arcaico.
Loco en la falta de tu cariño,
vacío de alegría de ninguna especie.
Resbalan por mis ojeras hundidas
lágrimas de fuego que arden, queman la piel
cerca del miedo.
Cuerpo macilento
en el pelotón de fusilamiento de la madrugada,
es hielo a mis ojos de búho, ciegos de espanto.
Mirada ensombrecida de penas.
Siluetas raras de la noche.
Te extraño como nunca supe extrañar
a nadie más.
Hieres el centro de mi alma,
tardo cerca de cien minutos en reaccionar
a una vida
perfumada al aroma de tu ausencia.
Temo desmayar del cansancio de vivir, taciturno,
gimiendo impotencias,
belleza tuya
que es de otros tactos, de otro cuerpo,
belleza que alguna vez desee
en mi espíritu alabastro
llorando cada uno de tus “no” que te permitías
no permitirme.
Te extraño cruelmente. Sangre en la arena,
huellas mías que nadie borrará
pues mi andar ha sido torpe desde un principio.
Te extraño y nada puedo hacer
en esta maldita noción de no saber de ti,
o si alguna vez me has querido
realmente.
Esta noche moriré de pena
y ni la muerte ni tú se enterarán
que muera.
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