DOS LUNAS
Hoy salen dos lunas de noche,
en el cielo esa redonda, blanca musa,
en el suelo es una maga
que me hechiza en los sentidos
bucaneros de promesas.
Es de noche. Son dos lunas.
En el cielo y en el suelo.
La de arriba
a mí me inspira poesía,
La de abajo
me contagia eternidad
por tan bella, suave luna
que camina despacito,
delicada en el andar.
La del cielo es una luna
tan redonda como un ojo
gigante
que mira
siendo siempre fiel testigo
del desgarro de poetas
que son del alma, intrínsecos.
La del suelo es un cometa
que jamás se va a apagar
pues su brillo es en el alma,
tan perpetua de vida,
tan por siempre
en las retinas de mi memoria,
detrás mis ojos bohemios,
medio bobos,
que han visto espanto
y ahora ven
la luna del suelo,
ninfa que escapó de un bosque,
melocotona de jugo dulce
en vena fresca, que cuando se encierra
bajo siete llaves y desarma la cama
no existe luna en su silueta,
es delicia de toda historia,
princesa sin ropa,
el canto ardiente de una alondra
que va a cantarme,
sensual,
al oído,
que hoy su cuerpo de luna
es un cuerpo de mujer,
excitado y ganoso
de mi savia de varón
que en un temblor amoroso
le hará ver estrellas y palomas,
agotándola
en las ciernes de la eternidad
a esa,
mi luna tierna del suelo.
Mientras arriba,
allí en el cielo, intacta
la luna arcaica
testigo siempre
de poetas y mortales.
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