Un día creí sentir en tus palabras
un poco de amor.
Creí ver en tu mirada
un presente y un futuro
que nos llamaba
para vivirlo juntos los dos.
Pero como la primavera
que poco a poco e imperceptible
besa y recibe al verano que espera;
entonces, se confunde y se pierde
de la prímula, su belleza.
Así te fui perdiendo lentamente
como un espejismo entre mis brazos,
como los últimos rayos de sol
de un triste y solitario ocaso.
Quizás un día vuelvas a mi vida,
como vuelven después del invierno
a danzar en mi ventana
las huidizas golondrinas.
Pero ya no seré el mismo…
Ya no creeré en tus palabras,
y me pondré a resguardo
del sortilegio de tu mirada…
Porque el amor que aún te tenga,
quedará guardado en mi alma,
oculto por mi silencio,
camuflado por mi indiferencia.
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