Estirado puñado de letras manchado a la sangre de la pluma en tinta de poemas, madrugada de luna apagada abrigando cobijas con el cálido crepitar de la hoguera y al calor de los leños ilumina en lámpara bordeando penumbras al silencio ameno en el romance del papel bajo el amor de extraviadas palabras.
Un techo como amparo en los fríos montes de montaña agradece pura la vida con las tímidas emociones de la soledad, un resguardo al alma herida que ya no tolera castigos de burlas y mentiras.
La agradable nota del poeta olvida su página sobre los maderos de la astillada mesa, el descanso reclama las sanas memorias del corazón y entre los sueños perdurará la noble intención de hallar voluntad en el imaginado destino de un mundo sostenido por la verdad.
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