sábado, 8 de febrero de 2014

Como mujer...


Como mujer...
La mujer fue creada para complementar al hombre.
Fue tomada de su costilla, junto al corazón.
De esta manera, nosotras somos mucho sentimiento,
aún aquéllas que para tratar de protegerse del dolor,
muestran el rostro más fuerte y hasta duro que les sea posible.

La mujer fue hecha para entregarse, porque ése fue el objetivo
cuando Dios la creó. "No es bueno que el hombre esté solo", dijo,
ahí está el propósito de la existencia de la mujer...

Cuando el hombre a quien todo le dimos nos desecha,
la vida pierde sentido bruscamente.
Ya no cumpliremos el propósito de completar a alguien,
ya no perteneceremos a alguien,
seremos como un ave errante fuera de su parvada.

Aunque ambos necesitan amar y ser amados,
cada uno tiene una inclinación distinta.
El hombre disfruta de que lo amen, y la mujer disfruta de amar.
El hombre disfruta de proteger, y la mujer de ser protegida,
nuestro lugar está en el pecho de un hombre,
donde alguna vez estuvo aquella costilla de que salimos...

Cuando nos dejan, nos sentimos inútiles,
y nos es preciso luchar muchísimo para entender,
que no somos una basura que merecía ser desechada.
Entonces sube el orgullo, entonces tratamos de mantener nuestra dignidad,
y así ocultamos nuestra fragilidad y nuestra calidad de ser sensibles;
para poder seguir nuestra vida, reconstruyendo nuestra alma devastada.

Especialmente cuando ese amor tuvo fruto,
cuando prestamos nuestro cuerpo para dar vida
y así perpetuar la imagen de aquél a quien amamos tanto,
tanto como para exponernos al más grande dolor,
al traer a su hijo al mundo.

Cuando una mujer es olvidada, es como una flor que ya no tiene sol,
que aunque vuelva a amanecer, ya la vida no será la misma.

Es preciso aprender a superar el haber sido invadidas hasta lo más hondo del ser, para luego ser dejadas atrás, como cosa que ya no funciona...
Es preciso decidir que la vida no ha terminado, aunque el corazón sienta otra cosa, dejar atrás todo, aunque vayamos contra nuestra propia naturaleza de entrega total; tratar de hacer de cuenta que ese hombre no se llevó un trozo de nuestra alma, y volver a sonreír, volver a vivir, especialmente por nuestros hijos.

Una mujer abandonada es de lo más común,
y de alguna manera siempre logramos sanar,
porque Dios sabe reconstruir un corazón destrozado,
pero... ¿es tan necesario que la vida sea así?
¿es indispensable que tú, hombre, nos destroces?

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