Nos preguntamos asombrados que está pasando en este país, Al ver las atrocidades que ya son cotidianas en las noticias, y al mismo tiempo nos confortamos liberándonos cómodamente de la responsabilidad de actuar culpando siempre a nuestros gobiernos de toda la inseguridad que se vive en las calles.
Este país está sumergido en una era delictiva generada y participada principalmente por gente joven. Yo me preguntaría y plantearía el siguiente interrogante: ¿cómo estoy educando a mis hijos? ¿Qué valores inculco a mis hijos?
A los jóvenes de este siglo hay que llamarlos varias veces en la mañana para “llevarlos” a la escuela. Se levantan generalmente irritados pues se acuestan muy tarde viendo el cable, jugando PlayStation, hablando o mensajeando por teléfono o conectados a la Internet. No se ocupan de que su ropa esté limpia y mucho menos en poner un dedo en nada que tenga que ver con arreglar algo en el hogar.
Tienen los últimos juegos del mercado, iPod y computadoras, que cada día hay que actualizarles....... Idolatran a sus amigos y a los falsos personajes de los realites, ah pero viven poniéndoles defectos a sus padres a los cuales acusan a diario de que sus ideas y métodos están pasados de moda. Se cierran automáticamente a quien hable de moral, honor y buenas costumbres, y mucho menos de religión pues lo consideran aburrido y que ya lo saben todo.
Y cuando les exiges lo más mínimo en el hogar o en la escuela lejos de estar agradecidos te contestaran: “yo no pedí nacer” “es su obligación mantenerme” o “quien les manda a mis padres andar de calientes”.
¿Entonces en qué estamos fallando?
Yo sé que dirán que los tiempos y las oportunidades son diferentes, pues para los nacidos en los años cuarenta y cincuenta, el orgullo reiterado es que se levantaban de madrugada a ordeñar las vacas con el abuelo; que tenían que ayudar a limpiar la casa; no se frustraban por no tener vehículo, andaban a pie a donde fuera, siempre lustraban sus zapatos, los estudiantes no se avergonzaban de no tener trabajos gerenciales o ejecutivos aceptaban trabajos como limpiabotas y repartidores de diarios.
Lo que le pasó a nuestras generaciones, es que elaboramos una famosa frase que no dio resultado y mando todo al diablo: '¡Yo no quiero que mis hijos pasen los trabajos y carencias que yo pasé!'.
El 'dame' y el 'cómprame' siempre fue generosamente complacido convirtiéndolos en habitantes de una pensión con sirviente incluido y todo incluido, que después queríamos que funcionara como un hogar.
Es alarmante el índice de divorcios que se está generando, se marchan al exterior a la conquista de una pareja y vuelven al hogar a los cuantos meses divorciados porque la cosa 'les aprieta' ninguno de los dos quiere servir al otro en su nueva vida y como nunca batallaron en su pensión con sirviente incluido, a las primeras carencias en su nuevo hogar avientan el paquete y regresan a casa para que mamá y papá continúen resolviéndoles la vida.
Este mensaje es para los que tienen hijos pequeños y que pueden todavía moldearlos, edúquenlos con principios, y responsabilidades háganles el hábito del ser agradecidos.
Háganles el hábito de saber ganarse el dinero, la comida, la ropa, el costo de la estancia en la casa de la cual no aportan para el pago de servicios, háganles saber lo que cuesta cada plato de comida, cada recibo de servicio, háganles sentir en su casa como se comportarían ustedes en casa ajena cuando van de visita. Todos los niños deben desde temprano aprender a lavar, planchar y cocinar para que entiendan la economía doméstica en tiempos que podrían ser más difíciles.
Cuida lo que ven y ves con ellos en la televisión, y evita caer en el vicio social llamado telenovelas, los videojuegos violentos, la moda excesiva y toda la electrónica de la comunicación, han creado un marco de referencia muy diferente al que nos tocó.
Estamos comprometidos a revisar los resultados de "si fuimos muy permisivos", o si sencillamente hemos trabajado tanto, que el cuidado de nuestros hijos queda en manos de las empleadas domésticas y en un medio ambiente cada vez más deformante.
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