¿Por qué?
Porque el viento no sabe de lágrimas sobre los desiertos de ayeres. Porque un tiempo peregrina su trayecto sin detenerse a voltearse en su camino. Porque el quebranto surca huellas como enmoheciendo las heridas del pasado. Porque una palabra conjuga, comulga y conjura amor, tanto como violencia. Porque no es soledad lo que desnudan nuestros silencios, sino el reencuentro conlos adentros. Porque una búsqueda que se embarca en este mar bravío, a veces no llega a buen puerto. Porque una espera en el muelle de la vida, a veces contempla el anclaje de ojos certeros.
¿Por qué? Porque somos parte de un mundo que nos habita… como habita en el mundo, parte de nuestra existencia.

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