Padre mío, señor mío, hermano mío,
Amigo de mi alma, tierno y fuerte,
Saca tu cuerpo viejo, viejo mío,
Saca tu cuerpo de la muerte.
Saca tu corazón igual que un río,
Tu frente limpia en que aprendí a quererte,
Tu brazo como un árbol en el frío,
Saca todo tu cuerpo de la muerte.
Amo tus canas, tu mentón austero,
Tu boca firme, tu mirada abierta,
Tu pecho vasto y sólido y certero.
Estoy llamando, tirándote la puerta.
Parece que yo soy el que me muero:
¡Padre mío, despierta!
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