Lo primero que seguramente no sepas son mis gustos y aspiraciones. Siempre he sido una persona sencilla y poco avariciosa, no necesito una montaña de pinos para ser feliz, me conformo con una de sus piñas. No me importa ir a un italiano o a un vegetariano, ver una película de miedo o una comedia, escuchar una balada o un rock and roll, beber ron o ginebra, cerveza o vino. Cualquier paisaje o momento del día tiene su encanto, aunque si tuviese que elegir un momento del día sería ese atardecer de finales de agosto, cuando el sol se posa sobre el mar y lo tiñe de lava.
No sabes que todo lo creativo me gusta y me apasiona, que adoro cantar y que desafino más que una gaviota afónica, pero tampoco sabes que no me importa y que a cualquier momento del día salen de mi boca estribillos de canciones.
Supongo que aún no conoces mi sentido del humor, sencillo y contagioso, que de cualquier cosa saco una frase para poder reír, y que aunque el resto no encuentre el motivo de mi sonrisa, mis carcajadas no callan.
En el estante de cosas que más llaman mi atención siempre podrás encontrar artes sobre un escenario, cámaras y rodajes, melodías en la radio de un coche, letras adornando intrigantes libros, motos que queman el asfalto de las carreteras o películas de mediodía que te adentran en un profundo sueño de sofá.
No sabes, y de eso estoy segura, que todo esto lo escribo para ti y no para cualquier otra persona, y se que a pesar de que escriba esta última línea, no vas a recibir estas palabras como tuyas.
Seguro desconoces la sonrisa que pongo al saber que te acuerdas de mi, o las letras que te escribo y se quedan en simples borradores pendientes de dar al “intro” para que las recibas.
Pero sí se que la próxima vez que volvamos a vernos, si eso llega a ocurrir, sabrás un poco más de mi, por el simple hecho de haberme leído, aunque lo hayas hecho en tercera persona.
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