DESDE ALGÚN LUGAR SIN NOMBRE
Plegarias del corazón hechas de noche...
en ausencia de la luz las palabras brotan,
con brillo en su riberas pueden escucharse,
y algo más que yo y mi silencio grávido,
habita este cuarto de oscuras penumbras:
la vaga melodía sincera sus acordes
buscando sin hallar una suave corriente
sobre la cual moverse sin los esfuerzos del día
que en su cuerpo han esculpido fiel fatiga...
Divago un poco sobre la distancia
entre la fatiga y el cansancio;
la primera es femenina,
puede asociarse a labores muy precisas,
limpiar la palabras firmemente
para que acontezcan diálogos proclives
al asunto en cuestión, cualesquiera que sea...
Limpiar las yemas de los dedos que oran,
camándulas bruñidas de deseo
porque cambios benéficos acudan
y en el bien se aposenten,
porque ir a limpiar mas limpiamente
los calvarios angostos de la historia
es tornar sus cuerpos de deseo
a cuerpos dolientes...
tareas femeninas digo, como enseñar,
o dar del pecho a cien infantes,
de orfanato mullidos habitantes,
o a mil niños con nombre y apellido
cuyos padres aun viven pero ignoran
todo cuanto cabe saber de sus hijos nacidos...
La segunda habla de la guerra,
vivir sin fe y matarse en el intento,
sembrar el campo yerto
que hace tiempo mata las semillas,
poblar las mentes nuevas de senderos
día tras día,
a sabiendas de lo inútil que es hacerlo,
pues son leña de hoguera,
para horas de crisis combustible,
aunque tengan madres
y llamen a sus miradas predilectas,
cansancio, firmas taciturnas, notarios,
hombres que defienden suelos
con armas antiguas, a caballo,
mientras aviones que no se ven y no ese oyen
calientan el sur y el norte
con paso gobernante en sus motores.
Plegaria del corazón y de las manos,
busco un ángel que hable bien el español,
y en el techo de mi cuarto, como siempre,
lo encuentro danzando, no le hablo,
él se sabe de memoria mi pedido,
si le digo que te llegue suave,
que tu cuerpo cansado a esta hora
ya debe estar dormido,
de este lado hundido de la cama
para hacerse que duerme conmigo,
ve allá pero no la despiertes,
solo aleja los sueños oscuros,
los que no la alienten,
aquellos que la priven del descanso,
y tráeme noticias ciertas
que alejen algo mi próxima plegaria...
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